viernes, 5 de noviembre de 2010

Narrativa

EL ETERNO RECUERDO

No resistió la pérdida de su hijo. 
La noche en que se iba a suicidar, María Estrada se despertó a las 5 de la mañana para preparar el gran almuerzo de cumpleaños para su hijo más pequeño. Había soñado que jugaba con su hijo en un jardín hermoso lleno de flores y personas limpias de alma. Disfrutó el sueño hasta que una sombra negra tiró de su cuerpo y la despertó. "Siempre soñaba con Luis, nuestro hijo muerto", me contó Fabián Cáceres, su esposo, recordando 30 años después aquel fátidico martes negro en el que María tomó una navaja y acabó con su vida.  

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