viernes, 5 de noviembre de 2010

Crónica

LOCOS POR EL DINERO

Un infierno llamado Larco Herrera

Los vecinos del hospital Víctor Larco Herrera miraban desconcertados los cádaveres que, a diario, salían de aquel nosocomio. ¿Habrá alguna epidemia? especulaban los testigos. Sin embargo, la causa de las muertes era algo peor e inimaginable.

El Ministerio de Salud atribuyó los decesos a la falta de alimentación pues -según un comunicado oficial- la institución afrontaba una terrible crisis económica que les impidió repartir los productos alimenticios desde hace más de siete días. Pero la realidad era otra.    

El reloj marcaba las siete de la noche en el Larco Herrera y los enfermos -efectivamente- no habían comido nada. El hambre -apoderados de ellos- los obligaba a comer excremento. El abandono de los familiares los desabrigaban de sus ropas y del cariño humano. Los internos dormían desnudos en el suelo y eran bañados con agua de desague. Parece un cuento de terror, pero así viven los pacientes en este hospital. 

Un nosocomio que -aunque no lo crea- no tiene medicamentos, ni médicos ni enfermeras que puedan atender las necesidades de los pacientes. Simplemente morían calcinados en aquel infierno con fachada de hospital. 

Como si fueran caramelos,  maliantes vestidos con chaquetas y anteojos comercializan pasta básica de cocaína (PBC) a la vista y paciencia de todos. Y al mejor estilo del hampa, funjen de cafichos para prosituir a cualquier paciente encerrado en su mundo, vamos, en su locura. 

¿Cómo podría haber recursos para esta insitución si todo el dinero era gastado en movidas, coimas y robos? Sí que las paredes resguardaron perfectamente las fechorías de sus autoridades. Pero ya todo quedó al descubierto.

En conferencia de prensa -y con un gabinete tambaleando- el Ejecutivo, a través del Ministerio de Salud, anunció el incremento del presupuesto para esta institución con el objetivo de mejorar la calidas de vida de los pacientes del Larco Herrera. Después de lo anunciado habrá que estar vigilante para que no se hagan los locos.

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